sábado, 15 de enero de 2011

Refrigerios sanos para tus niños


Alvin N. Eden, M.D.
Lo que los niños comen entre las comidas es una de las causas principales de obesidad. Se calcula que más del 30% de la ingesta calórica total del niño estadounidense promedio proviene de los refrigerios, muchos de las cuales tienen poco valor nutritivo (o ninguno) y la mayoría de ellos contienen demasiadas calorías.
De una u otra forma, las consecuencias siempre son las mismas tanto para un niño pequeño a quien se soborna para que coma los vegetales con la promesa de un premio de golosinas o galletas, como para un niño en edad escolar que suele comer refrigerios con grandes cantidades de “comida chatarra”, o hasta para un adolescente cuya dieta principal consiste en pasar por los restaurantes de comida rápida o engullir cualquier cosa en las madrugadas de fiesta.
Natural Chef te ayuda a alimentar sanamente a tus hijos
Hoy en día muchos niños y jóvenes consumen más calorías de las necesarias y ese excedente está constituido por calorías “vacías” (es decir, calorías que no tienen ningún valor nutritivo). Si estas calorías adicionales no se queman con ejercicio físico se depositan en el cuerpo y
forman tejido adiposo. Muchos niños no sólo tienen obesidad, sino que, además, no están en buenas condiciones físicas.
A continuación incluimos una lista de refrigerios que gozan de popularidad, pero que no son sanos, con sus respectivos valores calóricos:
  • Refresco de naranja (8 oz) - 126 calorías
  • Helado de chocolate en paleta - 106 calorías
  • Papas fritas (1 oz) - 158 calorías
  • Turrón de maní (peanut brittle) (1 oz) - 125 calorías
  • Galletas de coco (5) - 390 calorías
  • Brownies con nueces (2 oz) - 224 calorías
  • Galletas con chispas de chocolate (5) - 250 calorías
  • Tortas o pasteles de tipo ring ding (2 ½ oz) - 366 calorías
  • Bebida de frutas (8 oz) - 110 calorías
  • Caramelos de chocolate recubiertos de azúcar (1 oz) - 130 calorías
Una vez que tu hijo se acostumbra a tener en su dieta este tipo de meriendas “vacías” con mucho azúcar es muy difícil revertir su efecto nocivo.
¿Qué pueden hacer los padres para cambiar los hábitos alimenticios de sus hijos?
En primer lugar hay que decidir quién pone las reglas: el padre/ la madre o el hijo. Mientras más pequeños sean es más fácil inculcar en ellos los hábitos alimenticios apropiados. Es mucho más difícil tratar de cambiar la dieta de un adolescente que la de un niño pequeño. Sin embargo, es importante que hagas el máximo esfuerzo, independientemente de la edad de tu hijo.
Según mi experiencia, la forma más eficaz de poner a tu hijo en una dieta sana y nutritiva que no tenga muchas calorías es impermeabilizar tu casa “a prueba de grasa”. Esto significa eliminar todo lo que sea comida chatarra, es decir, los famosos dolores de cabeza llamados refrescos, galletas, pasteles, pan dulce, papas fritas y rosquillas. En lugar de los refrigerios de comida chatarra llena tu nevera de frutas frescas y vegetales, yogur descremado, queso bajo en grasa y jugos de frutas sin azúcar. Es posible que tu hijo proteste por tu decisión, pero no flaquees y explícale que lo estás haciendo por la salud de todos en la familia.
En la lista siguiente hay algunos refrigerios saludables que puedes tener en casa cuando a tu hijo le den ganas de “picar” entre las comidas:
  • Gajos de naranja
  • Trozos de manzana
  • Uvas sin semillas
  • Trozos de zanahoria
  • Pedazos de piña
  • Pedazos de banana (plátano o cambur)
  • Jugo de fruta, sin azúcar
  • Helado de vainilla sobre jugo de uva
  • Spritzer con jugo de frutas (jugos de fruta naturales con gas)
  • Galletas integrales con: mantequilla de maní natural, queso cottage, queso bajo en grasa
  • Muffins de fibra
  • Helado de yogur en paleta
  • Uvas o arándanos congelados
  • Helado con frutas silvestres (fresas, frambuesas, moras, etc.)
Hoy en día la obesidad infantil se considera una epidemia. Un niño con este problema es más propenso a desarrollar diabetes tipo 2, a tener altos niveles de colesterol en la sangre y a sufrir de hipertensión arterial. Además, la obesidad es la causa de varios problemas emocionales y psicológicos. Como padre o madre tienes el deber de impedir que tu hijo engorde demasiado y, si ya es obeso, tienes que ayudarlo a perder esas libras de más. Si cambias sus famosos refrigerios entre las comidas estarás allanando el camino para llegar a la meta: formar un niño sano, fuerte y feliz.

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